Acaso basta ser bilingüe para ser traductor profesional
Los posts: La traducción profesional; ¿Qué es un intérprete/ la interpretación?; Técnicas de la interpretación y Modalidades de la interpretación, nos traen irremediablemente a la pregunta fundamental: ¿basta ser bilingüe para ser traductor profesional? Y, hay que decir que no es suficiente. No se trata de pasar 6 meses o un año en otro país y aprender frases de supervivencia como: ¿dónde está el baño?; tengo hambre, ¿dónde queda la estación de trenes?, etc. Se trata de ver más allá de las palabras, de captar el mensaje detrás de ellas y poder expresarlas de la manera más correcta posible. Para lograr ese grado de fidelidad y corrección es necesario que el traductor estudie gramática, sintaxis, idiomas (para trabajar con uno que no sea el suyo), y que además, todo esto venga apoyado por años de experiencia en los que haya refinado sus destrezas y el conocimiento de la cultura asociada al idioma.
La creencia de que basta ser bilingüe para ser traductor es más evidente cuando un país tiene más de un idioma oficial; cuando una persona adquiere un segundo idioma por medio de los padres o vive por períodos largos en otro país. Llego a esta conclusión porque, siendo puertorriqueña, me enfrentaba todos los días a la mentalidad de: Soy “bilingüe”, entonces traduzco. Aunque en la década de los años 50 Puerto Rico lideró el mercado del doblaje, en la actualidad, no se caracteriza por ser un país que produzca traductores, a pesar de que “existe” un bilingüismo bastante completo por tener como idiomas oficiales el español y el inglés. Sin embargo, hoy en día son otros países de habla hispana como España, Argentina y México los que lideran la industria de la traducción del inglés al español.
No basta ser bilingüe para ser un traductor profesional, lo digo sin duda y con gran énfasis. Es necesario estudiar, conocer el idioma en profundidad como sistema comunicativo, respetarlo y tener experiencia. Los maestros en mi país dicen que maestro se nace no se hace. Y tienen razón, se tiene que nacer con el gusto innato para enseñar; no es algo que se puede forzar. El traductor profesional, por el contrario, se hace, porque es en el estudio, la práctica y la experiencia, donde verdaderamente se forma.