A primera vista parecería que los términos traducción legal y traducción jurídica son equivalentes y que se pueden utilizar de manera indistinta. Sin embargo, un análisis más profundo revela diferencias significativas entre ambos términos.
Para los hispanoparlantes la raíz de los términos jurídicos viene del latín. Estos hacían diferencia entre:
Para diferenciar los adjetivos jurídico y legal, hay que pensar que “jurídico” es todo lo relativo al “ius” o “derecho” pensado como ciencia genérica que abarca y comprende el estudio de las leyes. Mientras que “legal”, en sentido estricto, es todo lo relativo al “lex”, la ley, que forma parte del estudio del derecho. En apoyo a lo anterior, las definiciones que nos brinda la Real Academia son distintas:
De estos dos, el término más amplio sería “jurídico” y, el que se debe usar ya que, las leyes son parte del ámbito jurídico. Por ejemplo, la traducción de un contrato, una sentencia de divorcio, un acta de nacimiento, sería una traducción jurídica. Dichos documentos son documentos jurídicos pero no son documentos legales ya que no tratan sobre ninguna ley. Por otro lado, la traducción de la enmienda de una ley constituiría una traducción legal. Ahora bien, de tales sutilezas terminológicas, sólo están al tanto quienes se dedican específicamente a ello. Por lo que la expresión “traducción legal” está también muy difundida.
Cuando se trata de algo tan vivo como el idioma, existen muchos factores que afectan la selección léxica. Un término puede prevalecer sobre otro por diversas razones como, por ejemplo: el lugar donde se utilizará, la preferencia de la persona que lo utilizará y el uso común; nosotros lo acomodamos a nuestra necesidad y nuestro objetivo. No es que esta explicación sea una verdad absoluta, más bien, es la conclusión a raíz de un problema, luego de una detallada investigación. Sólo pretendemos abrir los canales de comunicación con ustedes allá al otro lado de la pantalla.